viernes, 15 de septiembre de 2017

Espiritualidad y New Age



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Nueva Era o New Age

El término nueva era o new age —utilizado durante la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI— se refiere a la Era de Acuario y nace de la creencia astrológica de que el Sol pasa un período (era) por cada uno de los signos del zodíaco. No hay un acuerdo acerca de la duración de cada era, aunque según algunos astrólogos, el cambio sería alrededor del siglo XXVII y para otros ocurrió exactamente el 4 de febrero de 1962. En este caso el sol saldría de Piscis para entrar en Acuario. Para las personas que creen que la astrología tiene una base real y la llegada de cada una de estas eras está marcado por cambios sociopolíticos importantes.

Según esta creencia, la Era de Acuario marcaría un cambio en la conciencia del ser humano, que ya estaría empezando a notarse y que llevaría asociado un tiempo de prosperidad, paz y abundancia. Es por esta razón que una variedad de corrientes filosóficas y espirituales más nuevas o más antiguas relacionadas con estas ideas, son asociadas a la Nueva Era. Los expertos en estudios de religiones en su mayoría teólogos y desde el punto de vista antropológico la definen como un movimiento, que al no estar definido como religión o secta es imposible entenderlo porque su primera regla es incorporar de todas las religiones y filosofías elementos (ideas) 
convenientes para vivir en el mundo felizmente sin estar preocupados de que sea verdad o mentira las ideas escogidas para formar este movimiento Nueva Era, porque creen en realidad que saber una verdad absoluta es imposible; lo mas cercano como definición para este movimiento es el monismo con todo todavía no queda definido. Esto a menudo lleva a un sistema de creencias no unificado, un agregado de creencias y de prácticas (sincretismo), a veces mutuamente contradictorias. Las ideas reformuladas por sus partidarios suelen relacionarse con la exploración espiritual, la medicina holística y el misticismo. También se incluyen perspectivas generales en historia, religión, espiritualidad, medicina, estilos de vida y música.

Algunas de estas creencias son reinterpretaciones de mitos y religiones previos, aunque sin ser consistentes con ninguna de ellas; habiendo así individuos que emplean una aproximación de "hágalo-usted-mismo", otros grupos con sistemas de creencias establecidas que recopilan religiones, y aun otros sistemas de creencias fijos, como los clubs u organizaciones fraternales. Por ejemplo, pueden compatibilizar el dogma cristiano de la divinidad de Jesucristo con el karma como mecanismo de justicia, y a la vez negar la existencia del infierno. Es frecuente que los conjuntos de creencias así adoptados rechacen los aspectos más negativos de las mitologías o religiones en que se basan, adoptando los más agradables.

Algunos individuos cuyas creencias pueden ser catalogadas como de Nueva Era (incluyendo a los neopaganos) pueden sentir que la etiqueta es inapropiada debido a que puede ligarlos con otros credos y prácticas. Debido a la variedad de creencias a la carta, cualquier categoría coherente puede parecer restrictiva o incompleta.

Historia

Algunos seguidores de la Nueva Era afirman que sus creencias derivan tanto de tradiciones religiosas y filosóficas judeocristianas o de Oriente Medio, como el ocultismo, y otras orientales, como el hinduismo y el budismo. La mayoría de los fenómenos mencionados en el epígrafe Temas Relacionados pueden rastrearse en prácticas menos comunes en Europa y Norteamérica durante las últimas centurias. Por ejemplo, la Sociedad Teosófica de mediados del siglo XIX, o la obra de Alice Bailey, exponían principios que pueden considerarse como precedentes de algunas de las ideas actuales de la Nueva Era:

aproximaciones gnósticas a las materias espirituales.
lecturas espirituales - canalización moderna
clarividencia y televidencia moderna
mesmerismo
creencia en poderes curativos de ciertos metales y cristales
utilización de la oración y la meditación como caminos hacia la iluminación
yoga
A lo largo del tiempo ha cambiado el grado de aceptación en la sociedad de estos credos y prácticas.

En sus inicios, el movimiento de la Nueva Era emergió como una coalición desorganizada, resultado del movimiento contracultural antibélico de los años sesenta en Estados Unidos y Europa y la espiritualidad hippie. En consonancia con el estilo alternativo de vida de los sesenta, los partidarios de la Nueva Era se sentían insatisfechos con las normas y creencias occidentales mayoritarias y ofrecieron nuevas interpretaciones de la ciencia, la historia y la religión judeo-cristiana.

Su vinculación con la rebelión juvenil puede ayudar a entender el enfoque de la Nueva Era, que enfatiza la elección individual en los asuntos religiosos; el papel de la intuición y la experiencia personal sobre la opinión de los expertos sancionada socialmente; y una definición de la realidad experimental, más que primariamente empírica.

Espiritualidad

La espiritualidad es el grado de adaptación de una persona o grupo sobre el conjunto de creencias, pensamientos, conceptos, ideas, ritos y actitudes de naturaleza más o menos mística, que se materializan en una sociedad.

Sociedades

La socialización es el resultado de un uso de las facultades mentales tal, que permite destinar recursos para establecer lazos afectivos y de amistad. En una mente sana, se manifiesta como una necesidad de establecer patrones concurrentes, ciclos en los sistemas del medio que le permitan sostener su actividad y enfocar su proyecto de futuro; así como el reconocimiento de que uno mismo no tiene el suficiente poder como para sostener lo beneficioso a lo largo del tiempo.

Esto puede nacer de forma espontánea o planeada. Encontrando la coordinación de todos los sistemas que pueden llegar a condicionar la actividad humana, el hombre puede comunicarse con lo absoluto, lo único e indivisible; siendo la deidad suprema, la figura de Dios, la proyección en nuestras mentes de ese padre, que eternamente se necesita ir destinando parte de nuestra economía mental para la proyección consciente de dicha entidad, pero percibiendo de forma simétrica y realimentada el estímulo necesario que permitirá emerger las propiedades naturales de la espiritualidad a la cual nos hemos conformado. El arquetipo descrito hace las veces de soporte psicológico, del cual el hombre necesita para liberar ciclos cerebrales y destinar los recursos al aprendizaje; abriendo los ciclos de pensamiento y evitando el colapso sobre ego. También se relaciona con la capacidad de entender lo religioso, lo místico y lo metafísico.
Dinamicas de grupo
La vida en común con otros seres humanos, conforma unos patrones de conducta y comportamiento modulados por lo anterior. Las obras que resultan del trabajo en común, son en esencia el fruto de su herencia educacional, marcando la pauta del concepto de espíritu por el que dicha sociedad fluye y que le ayuda a elevar su estado de conciencia.

Espíritu y Espiritualidad

Espíritu es un concepto que alude a una fuerza no perceptible por los habituales 5 sentidos. En la antigüedad se asociaba a la fuerza que el aire pudiera ejercer sobre las velas de un barco. También al aliento motivador que permite acometer tareas en un estado de ánimo de felicidad.

El espíritu que alienta nace de la integración de la información en un cerebro con capacidades de pensamiento. Las últimas especulaciones formales sobre conciencia humana (Stuart Hameroff y Roger Penrose) tratan de explicar como la conciencia no solo es una propiedad que emerge, tal como lo hace una llama de fuego en un mechero, por la propiedades que conforman al ser humano; sino que además, tal como le sucede a la llama, el medio ha de favorecer su encendido. Así, si el medio lo favorece, una conciencia sana fomentará una espiritualidad que al ser humano le aliente en su propia capacidad para pensar y para tener animación, emergiendo la capacidad de autodominio. Los animales y las plantas tienen alma anima pero no son capaces de autodominar su espíritu.

Alma, Espíritu y Espiritualidad

Esto establece la principal diferencia entre alma y espíritu: El alma es el recipiente (como el barco a vela mencionado antes) que hace visible los efectos del espíritu (aliento motivador), y la espiritualidad es lo que hace imprevisible el rumbo que tomará dicho elemento (excepto si se conocen los datos internos de 'navegación'). La principal diferencia con el resto de la fauna, es que el hombre es la única especie capaz de cuestionarse si lo que le motiva es beneficioso, no solo para él mismo, sino para su sociedad, tanto en tiempo presente como en tiempo futuro, y si hay hechos pasados que así le permitan ser positivo.

El resto de la fauna, no tienen capacidad de elección sujeta a criterios racionales tales como los mencionados con anterioridad, por los cuales dominar su alma; por lo tanto son carentes de espiritualidad (de ejercer ese autodominio), pero no de espíritu (o de aliento que los motive).

Muy acertadamente Carl Gustav Jung en sus escritos de psicología analítica, describe la lucha de todo hombre por llegar a dominar su alma, siendo que los casos representados por este psicólogo analítico, de índole patológico, asociaciones a incapacidades de autodominio a la hora de focalizar las motivaciones del hombre hacia la mujer; principal factor que hace del hombre un elemento errático en su rumbo por la vida. Es como si una relación errática entre hombre y mujer, desposeyera al hombre de todo tipo de espiritualidad. Lo contrario también sería cierto.

La tradición judeocristiana lo describe de forma más poética. En el libro del Génesis, en la creación del hombre y la mujer, se describe los fundamentos de creación de la mujer procedentes de la costilla del hombre. Siendo la costilla un elemento de protección torácica, el símil con el aliento que motiva al hombre estaría relacionado con la protección de ese aliento motivador, que al establecerse una relación amorosa, el hombre desprotege parte de su motivación al estar depositada en su amor, que en ese momento pasa a ser la mujer.

 
Fundamentos no religiosos

La espiritualidad esta basada en la transpersonalización del ego, reconociendo que la energía que aliente nuestra naturaleza, procede de un sistema basal, dando soporte a la creencia de la existencia de un espíritu o aliento superior del cual depende nuestro ego.

La gran incógnita que representa para el ser humano el entender como dominar el pensamiento del hombre y así condicionar las expresiones del alma a voluntad, dio origen a la conceptualización de un espíritu o aliento que trasciende al ego, y por lo tanto en jerarquía, que da soporte al ego y la voluntad. Una especie de hommo dei.

La persona capaz de armonizar alma y espíritu se encuentra más cerca de Dios y es capaz de trascender lo que entendemos comúnmente por humano. Eso no lo hace superior a los demás, sólo lo prepara para servir a los demás como instrumento de una voluntad superior.

Desde la antigüedad, se ha necesitado siempre la figura tutelar de un padre guía que, tal como los padres reales, diese la sensación de estar acogidos para poder descargar de responsabilidad a la voluntad, admitir que hay asuntos que hemos de permitir que acontezcan más allá de nuestra voluntad y que esos hechos no son malos, dado que ese 'padre' que lo domina no desea nada malo a sus criaturas. De esa forma se supera el miedo que la presencia divina puede generar en un primer momento a nuestro espíritu, figurativamente, hay que dejarse caer de espaldas. De esa forma se asumen las consecuencias y se integran dentro de la actividad como algo ineludible. Cuanto menos desarrollada es una sociedad, más intensa es la necesidad de sentir que los elementos no controlados son guiados para nuestro bien. Según se va desarrollando la sociedad se llega a la conceptualización de un espíritu superior dando como resultado la idea de un dios en el pensamiento monoteísta y de varios espíritus superiores en el politeísta.

La necesidad de organizar el conocimiento dio como resultado una estructura, que con el tiempo se dividió en ciencia y religión, siendo esta última forma la que el hombre encontró para estructurar la espiritualidad de los pueblos de acuerdo a sus creencias históricas dándoles nombre y atribuciones o poderes a las diferentes deidades y creando conceptos y mensajes que dichos espíritus superiores desean comunicar a los humanos. Solo algunos iniciados o personas que han tenido un amplio avance racional y filosófico tienen la capacidad de comunicarse con dichos entes superiores.

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